viernes, 8 de junio de 2007

El barrio

Es fin de semana en la mañana. Una vibra se extiende por todo los callejones, cerros y calles principales del barrio nacido bajo la anarquía de los espacio tomados a la brava en tiempos de los abuelos. Entre Ali Primera, vallenatos, el reggaetón y ritmos de salsa brava se despierta una desenfrenada y alegra actividad en cada rincón.

Mientras me fumo un cigarrillo mañanero, veo desde el balcón como un gran desorden va apoderándose de todo. Un sinfín de actividades entremezcladas se confunden entre lo diario, el descanso o prepararse para mas actividad. Es como comienza cada fin de semana en el barrio. Un niño lleva de la mano a su padre vestido con uniforme rojo de beisbol. Tratan de atravesar la calle mientras motos, buses, camionetas y todo tipo de vehículos no paran de circular por espacios que jamás sabrán lo que es un semáforo o fiscal de transito.

Mientras, un abuelo trata de que lo atiendan y comprar la prensa en uno de los más de veinte quioscos de las esquinas atiborrados de números de periódicos otros ya los leen es bancos de la plaza o esquinas. Y es que quedarse sin la prensa preferida el sábado o domingo es deprimente, aunque no la leas.

Gloria hace su agosto el fin de semana en el barrio. La variedad de arepas de su negocio hace que se aglutinen ante la incómoda ventana, al lado de la cauchera, decenas de personas que han decidido no cocinar el domingo en la mañana, y es que en su negocio hay para escoger. Hay mondongo para la tarde reza un anuncio en su pared. La competencia de al lado está igual.

Un éxodo hacia el litoral baja por la cañada hacia la av. Sucre mientras se cruzan con familias cargadas de bolsas que regresan del mercado dominical. Parejas en motos también reclaman su espacio dentro de todo este gran desorden urbano. En los callejones ya se dan cita para la partida de domino del fin de semana junto con la respectiva cervecita, los que ya disfrutaron de leer la prensa. Ameniza el encuentro una variedad musical que brota del equipo de cualquier carro.
Un grupo de jóvenes socialistas se aglomeran ante una pared brocha y pintura en manos. Está a punto de nacer u nuevo mural.

Y es que en los barrios las paredes hablan.

Tertulias de los más variados temas van apoderándose de todo el ambiente. Lo político, la plomazón de anoche, las anécdotas de travesuras pasadas, lo cotidiano, la mujer del vecino o el hombre de la comadre. Los estadios de beisbol están todos con actividad. Niños, jóvenes y adultos tratan de emular en estos espacios a sus ídolos del deporte, mientras fuera de sus familiares y amigos se confunden con los vendedores de fritangas y las cavas de cervecitas bien fría.
Se nos escapa el fin de semana. Hay que disfrutarlo al máximo.

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